Muda, tus ojos verdes son los únicos que sonríen
Cada un invierno, cada una eternidad.
No tome tu mano en la despedida
No escuche tu voz en el abismo
Me escurrí ante tu presencia
Y he guardado una tarde en el río
La he guardado como una vida
Lamentando el sauce que caía.
El olor de todo lo que has dicho
De las corrientes vestidas de negro y blanco
Transforman tu recuerdo
Tu recuerdo vago, paupérrimo
En algo maravilloso
Dirigiéndose hacia dimensiones eternas
A las cuales llegare, inevitablemente, llegare…
Encerrada en tu propia presencia
En la demencia de tu mente
En el incesante recuerdo emotivo
Que toma mi mano
Como un bebe recién reconociéndome
Bajo el agua salada de la soledad.
Y te repito a ti, Muda, que cuando miro tus ojos verdes
Ellos me hacen llorar, definitivamente
Ellos me hacen llorar
Y reconozco el dolor de extrañar
Sin pronunciarte un adiós a lo lejos.
Ayer tu muerta entre vivos
Y yo viva entre muertos
Mirando atardecer
Entre cada conciencia y cada caída
He conciliado el sueño
Bajo la luna que nombraba el despertar
De tu despedida.
Deseo llorar con tu sombra
Y reír con tu voz lejana
Saber que te vas
Mejor dicho saber que ya has partido…